Leí hace varios años una reflexión cristiana sobre la relación que tienen las Navidades con el Año Nuevo. Me llamó la atención porque en esta época la mayoría de las personas les desean a los demás, feliz Navidad y próspero Año Nuevo. En las Navidades festejamos el nacimiento o cumpleaños de Jesucristo y pocos días después se produce el cambio de año, que no tiene que ver necesariamente con lo anterior.
La celebración del nacimiento de Jesús, que llamamos Navidad, crea un ambiente de fraternidad y de amor. Y con la llegada de un nuevo año nos surgen deseos de que la prosperidad llegue a familiares, amigos y relacionados. Entendiendo la prosperidad como un anhelo de que las personas que amamos, queremos o estimamos, puedan realizarse logrando sus metas o lo que más les haga falta.
Desear un año nuevo próspero es un deseo inmenso y de gran valor. Una aspiración de que los relacionados tengan felicidad. Deseos que van más allá de simples palabras. Dirigidos hacia una aspiración de que puedan vivir bien, en unidad y acompañados de todos los valores fundamentales, como la fe en Dios y arraigados a su hijo Jesús. Por eso hablamos de Feliz Navidad y próspero Año Nuevo.
Lo importante de la expresión Navidad y Año Nuevo, es que los deseos y aspiraciones se generalizan para todos. En la mayoría de los casos de forma absoluta. Se produce una especie de cambio de mentalidad y de actitud que abarca a todos los seres humanos. Los de la familia, ciudad o del mundo entero. Las mentes se ponen positivas. Se olvidan los rencores y los odios.
Felicidad y prosperidad juntas abarcan, tanto el período de adviento que termina el 25 de diciembre hasta el inicio del nuevo año. Se hilvanan, se tejen, se conjugan. Se constituyen en fechas de amor y fraternidad. Dos cosas que han destacado recientemente de manera especial, tanto el Papa Francisco como el Arzobispo Francisco Ozoria en sus mensajes navideños.
Es una fecha propicia para que los humanos, especialmente los cristianos, reafirmemos la fe y al mismo tiempo reforcemos nuestros deseos y acciones en la búsqueda permanente de la integración familiar, incrementar las buenas acciones, aumentar las relaciones humanas, mantener el pensamiento de que el amor y el perdón son regalos de Dios.
Tener presentes de manera permanente, que Jesús se hizo hombre por obra y gracia de Dios, para hacernos libres y para darnos la oportunidad de alcanzar la vida eterna, a cambio de nada. Solo amando, perdonando y haciendo buenas acciones. Jesús nos da la oportunidad de tenerlo todo de manera infinita, al solo precio de creer en él y de actuar de acuerdo a lo que él nos enseña.
En fin, los deseos de felicidad en Navidad y prosperidad en Año Nuevo, por la venida de Jesucristo al mundo y de un nuevo año, se convierten en un pensamiento universal, cristiano y hermoso. Aprovechémoslo para mantener ese espíritu armonioso y esos deseos, no solo en estas fiestas, sino todos los días por venir. Para los dominicanos y para el mundo entero. tabasa1@hotmail.com
