En tiempos donde la información es más accesible que nunca, la responsabilidad de los comunicadores y de los medios de comunicación se vuelve crucial. La realidad dominicana, marcada por una historia de polarización y manipulación mediática, clama por la llegada de un periodismo ético que priorice la verdad por encima de intereses políticos o económicos.
Cuando los medios tradicionales se alquilan al poder, crean narrativas que moldean la opinión pública, alejándose de su deber fundamental: informar con veracidad. Esta falta de integridad no solo erosiona la confianza del público, sino que también provoca el descrédito de los propios comunicadores. Las historias que cuentan, muchas veces cargadas de parcialidad, comienzan a chocar con la realidad que vive la ciudadanía, generando un profundo desencanto.
Sin embargo, en medio de esta crisis de credibilidad, surgen alternativas que desafían el status quo. El periodismo ético no solo se presenta como una necesidad, sino como una respuesta natural a la dinámica democrática. En este contexto, el contrapoder se convierte en una herramienta esencial para garantizar que las voces de la sociedad no sean silenciadas. Los nuevos comunicadores, impulsados por un sentido de responsabilidad social, están emergiendo con propuestas que buscan informar de manera objetiva y veraz.
El periodismo ético implica un compromiso con la verdad, la transparencia y la justicia. Significa investigar sin temor, cuestionar sin prejuicios y, sobre todo, escuchar a la comunidad. En un país donde las redes sociales han cambiado la forma en que se consume información, es vital que los medios tradicionales se adapten y se comprometan con estándares éticos que fomenten un diálogo abierto y honesto.
La emergencia de este nuevo enfoque periodístico no solo es necesaria, sino inevitable. A medida que los ciudadanos se vuelven más conscientes de su poder y exigen un periodismo que refleje sus realidades, los medios que elijan el camino de la ética y la integridad encontrarán un respaldo genuino. El pueblo dominicano merece un periodismo que no solo informe, sino que también empodere y eduque.
En conclusión, la responsabilidad recae en cada uno de nosotros: comunicadores, editores y ciudadanos. Es un llamado a construir un ecosistema informativo donde la ética sea el pilar fundamental, y donde la verdad prevalezca sobre la manipulación. Solo así podremos avanzar hacia una democracia más robusta, donde la voz del pueblo sea escuchada y respetada. La emergencia de un periodismo ético no es solo un ideal, es una necesidad urgente que debemos abrazar como sociedad.
Por : Alexander Olivence.