Rafaelilto Román, cabeza de una de las dinastías musicales más tradicionales de República Dominicana, murió el viernes, informaron varios de sus colegas, entre ellos Fefita la Grande. Tenía 71 años de edad.
«Hoy la música típica se viste de luto por que perdimos uno de los más grande intérprete de nuestra música Rafaelito Román, el más completo. Ve con Dios mi buen amigo paz, para su familia @raulromanlamaestria @nixonromanoficial y demás familiares, su esposa y todos sus hijos, conformidad para todos», posteó la merenguera típica Fefita la Grande.
Hijo único de Monguito Román, quien tocaba con la Orquesta Maravilla y luego con su propio grupo en la emisora Voz de Puerto Plata, ciudad en la que nació el 15 de noviembre de 1953 en un hogar cobijado de música
Su padre reparaba acordeones, su mamá Gavina tocaba güira y todos sus tíos tocaban un instrumento.
“Aprendí solo a tocar el acordeón, a los viejos nunca les gusta que los muchachos manoseen sus instrumentos”, recordó en una entrevista.
A los 15 años de edad, en 1968, tocó su primera fiesta, por la que recibió 20 pesos como pago para dividirlo entre cuatro músicos.
Los primeros temas que grabó fueron “La cañada” y “El negro feliz”, en 1970.
Luego vendría el merengue “El guabá” junto al gran Tavito Vásquez.
Autor de varias composiciones, como «La aldaba», «La mecedora», «El pocotiao», entre otras.
Como tradición familiar, varios de sus diez hijos y nietos han seguido sus pasos en el merengue típico, entre ellos Nixon Román y Raúl Román.
Raúl y Nixon Román reconocen que su progenitor, aparte del arte, les enseñó con el ejemplo a ser responsables, honestos, serios y muy humildes.
«Papi no parece artista de tan sencillo que es; él no tiene nada de aceite, como se dice ahora”, dijo en una entrevista el intérprete de “María Dolores”.
Sus tres tios maternos también eran músicos: Juan Ramos, Francisco, y Juan Francisco.
Además de cantar y tocar, Rafaelito se preocupó por enseñarle merengue típico a las nuevas generaciones, por lo que abrió hace muchos años una escuela de formación donde jóvenes aprenden a tocar tambora, güira y acordeón.
“Yo enseño lo que toco y lo voy enseñando lento para que puedan captarlo, si quieren después acelerar, eso es otra cosa, pero les enseño despacio para que puedan entender la estructura del merengue tradicional”.